viernes, 16 de enero de 2015

Quattro



La vida, amigos míos, está llena de casualidades. 

Es lo que dicen. Yo no lo creo así.

Cuando algo especial te ocurre, empiezas a ver la vida con otros ojos; empiezas a ver señales y a conectarlas entre sí y, lo mejor de todo es que empiezas a ver sentido a esa conexión.


Días, o semanas (no me acuerdo) después de conocer a mi italiano, empezaron a pasarme cosas muy extrañas, cosas que no me habían pasado nunca antes en toda mi vida. A la primera cosa no le di importancia, es más, ni siquiera me paré a pensar en ello, pero a medida que iban sucediendo más y más de estas cosas, comencé a preguntarme: ¿tendrá esto que ver con él? Venga ya, Laura, la magia no existe, esto no es una comedia romántica americana…, pero, ¿y si esto me está indicando mi camino? Me acordé de Pocahontas, la de Disney obviamente, recordaba que trataba de algo parecido, así que la busqué de entre los DVDs antiguos y me puse a verla después de tantos años. Prácticamente no recordaba nada de la película, ya que cuando era pequeña creo que no la entendía muy bien. Ya sabéis. Pocahontas es una película bastante difícil de entender para un crío, quiero decir, a los niños les gusta, se ríen y cantan sus canciones, pero, el verdadero significado de una película como Pocahontas no se capta con esa edad, tienes que verla cuando eres adulto y has estudiando algo de colonialismo, cuando has estado o estás enamorado. Además, si de verdad la ves centrándote en la profundidad de la situación, en la parte romántica me refiero, ponte a buscar información como hice yo y descubrirás que la historia entre Pocahontas y John Smith fue real, existió. 

En la época de colonialismo Británico, en el siglo diecisiete (tal y como dice la canción del inicio de la película, en 1607), muchos ingleses llegaron a la India y la hicieron suya, enseñando sus costumbres, entre ellas su religión y su idioma a sus habitantes de esas tierras hasta entonces incivilizadas. Pues bien, existen escritos antiguos de un tal John Smith que conoció a una princesa, hija del líder de una tribu o algo por el estilo, no sé, no me acuerdo bien, pero por ahí va la cosa. El caso es que se enamoran y parece ser que tuvieron una aventura en secreto, pero que, obviamente no duró, o al menos no hay más datos. En fin, que si ves la película de nuevo, verás que realmente es, en mi opinión, la mejor película Disney que hay, ya que está basada en un hecho real (modificado y adaptado para niños), en el que por primera vez en la historia de Disney la princesa es de color, y que, además, su “príncipe” no se queda con ella, sino que debe irse y por tanto su amor es imposible. Es un final jodidamente triste para todo lo que tuvieron que pasar juntos. Es cierto que existe una segunda parte, Pocahontas 2, pero sinceramente, es pura basura. Como yo digo, es de la época en la que el creador original de Disney ya no estaba, así que tanto las historias como los dibujos en sí decayeron enormemente. La historia no tiene sentido y yo hago como si no existiera. Para mí, Pocahontas no tiene segunda parte. 

Pero bueno, no estoy aquí para contaros la historia de Pocahontas. Estaba diciendo que me acordé de esa película porque reflejaba algo parecido a eso de que hay señales que, si las miras fijamente, te indican tu camino.


Una mañana paseaba tranquilamente por la calle cuando miré al suelo, y en un instante vi algo negro. Al recogerlo, me di cuenta de que era una tarjeta SD para una cámara digital. Fui corriendo a casa a mirar qué había dentro. Estaba llena de fotos de Italia. Aún la guardo, y las fotos están intactas, allí donde las dejé.

A los pocos días, un amigo me comentó  que a su madre le había llegado un folleto de un viaje Roma-Nápoles (siendo él de Nápoles) gratis, sólo con inscribirse a una página o algo así. Mandé correos electrónicos, me informé, y era totalmente cierto, su madre había acumulado puntos por comprar en esa página, y no quería ir, me regalaban el viaje, pero yo nunca había viajado sola, y aún era pronto para decirle que quería conocerle en persona.

El día que me contó que practicaba kick-boxing, mi padre y mi hermano estaban viéndolo en la tele, cuando nunca antes habían visto ese deporte, ni siquiera les gusta.
Al poco tiempo, la hermana de un amigo conoció a una italiana en el gimnasio que se ofreció a darnos clases de italiano sin nosotros pedírselo ni contarle nada de mi historia.

Un día que me sentía romanticona y con ganas de peli americana, escribí en Google: películas románticas. Aparecieron más de 50 en una lista de alguien que tenía un blog sobre películas. Para darle más emoción, cerré los ojos y apunté con el dedo índice a una película al azar. Busqué la sinopsis. La protagonista era una mujer que estaba siguiendo unas señales, las cuales, según ella, le estaban mostrando su destino, y le llevaron a Italia a conocerlo. 


No recuerdo más “señales” o cosas misteriosas que me pasaron en ese tiempo, aunque sé que si me pusiera a pensar me acordaría de miles.

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